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Sesiones Magistrales


También hemos celebrado este año una de las habituales “Sesiones magistrales” en las que un profesional de reconocido prestigio imparte una conferencia sobre un tema de su área de investigación. En esta ocasión, con el título de “Aprender de los Fracasos” Mónica Torres Ruiz-Huertas (Doctora en Psicología y Profesora del Departamento de Psicología de la Facultad de Ciencias Humanas y Sociales de la Universidad de Comillas) nos propuso pautas de reflexión y guías para un mejor afrontamiento de la vivencia de fracaso, aprendiendo a ajustar expectativas, aprendiendo a mirar (nos) desde la empatía, aprendiendo a aprender, lo que ineludiblemente conlleva no saber y errar.

La conferencia se planteó como una oportunidad para incorporar herramientas y reflexiones que inviten a pensar sobre uno mismo y sobre cómo se vive la experiencia de fracaso en otros (por ej. nuestros hijos). Qué parte de uno hay implicada en esa experiencia de la que a veces nos apropiamos.

RESUMEN DE LA CONFERENCIA:

La palabra fracaso está cargada de negatividad, parece implicar un final en sí mismo, parece que es un lugar al que se ha llegado. Sin embargo, nada más lejos de la realidad, el éxito implica en muchas ocasiones pasar por el fracaso, por la limitación, por pérdidas.

El imaginario social, nuestra cultura, ensalza el éxito y teme el fracaso como si fueran caminos contrarios, ejes opuestos, y sin embargo, esta subjetividad puede cambiarse, puede apreciarse de diferente manera, pueden entenderse como parte del mismo proyecto.

La clave está en aprender de las experiencias, permitirnos aceptar las limitaciones es la primera regla para poder consolidar las capacidades. Alejar las exigencias desajustadas de la realidad. Los ideales grandiosos que se olvidan del proceso. La creencia en que saber, aprender, triunfar, ganar no implican también ignorar y perder, curiosamente supone desconectarnos de una sabiduría innata que nos acompaña cuando nacemos tan desvalidos pero con la certeza absoluta de que lograremos caminar.

Éxitos y fracasos son inherentes a la naturaleza humana, son indispensables para la vida. Los primeros nos aportan valor, alimentan la confianza en nosotros mismos, los fracasos nos enseñan aspectos nuevos de nuestra persona, nos invitan a recapacitar, a cambiar.

Pero pese al protagonismo que éstos tienen en nuestra vida, el fracaso es una de las experiencias más difíciles de asumir. A menudo necesitamos que otros nos ayuden a integrarlo. Lo que para una persona puede ser un fracaso, para otra puede no serlo. Las creencias individuales, grupales, familiares, sociales juegan un enorme papel en esta valoración.

Aprender de los fracasos va ligado a la experiencia de sentirnos humanos, valiosos y únicos. En definitiva, de la mano de una sana autoestima. En los espacios de formación de la identidad y la imagen personal como son la escuela y la familia es importante reflexionar sobre la forma de abordar interna y externamente las experiencias de logro y de pérdida para poder ser espejo de superación y aprendizaje de los estudiantes y de los hijos. Esto les capacitará para ser capaces de vencer dificultades, aprender a levantarse y automotivarse ante las derrotas, frustraciones o limitaciones a las que se enfrenten cada día.

En nuestra cultura, cegada por el brillo del éxito superficial, resulta difícil comprender que el fracaso sea indispensable para desarrollarnos como humanos. Es más, se considera como un signo inequívoco de ineptitud, de incompetencia, como una desgracia. Nos creemos que la felicidad, la valoración, reside únicamente en el éxito; sin embargo, nuestra madurez no reside tanto en el éxito o en saber acertar, cuanto en nuestra capacidad para asumir y aprender de lo errado y saber encajar los fracasos de una vida que no se reduce a ellos.

Los fracasos son una llamada, un aviso de que algo en nosotros mismos o en nuestra vida hemos de revisar y cambiar. Es una fuente de información muy útil para realizar con eficacia y dominio una tarea, ya que nos va señalando lo que sirve y lo que hemos modificar. Nos guste o no, es un prerrequisito en todo proceso de aprendizaje. Para hacer correctamente una tarea, inevitablemente cometemos errores que nos guían para que nuestro hacer vaya a mejor.

Los pasos para aprender de los fracasos pasarían por un ciclo que atendería a la experiencia sensorial, emocional, cognitiva y conductual de la siguiente forma:

Respetar la vivencia –> Entender la resonancia emocional que tiene para cada uno -> Analizar las circunstancias en que se produjo -> Aprender a perdonarnos por lo ocurrido.

En la conferencia se propondrán pautas de reflexión y guías para un mejor afrontamiento de la vivencia de fracaso, aprendiendo a ajustar expectativas, aprendiendo a mirar (nos) desde la empatía, aprendiendo a aprender, lo que ineludiblemente conlleva no saber y errar.

Se plantea la conferencia como una oportunidad para incorporar herramientas y reflexiones que inviten a pensar sobre uno mismo y sobre cómo se vive la experiencia de fracaso en otros (por ej. Alumnos e hijos). Qué parte de uno hay implicada en esa experiencia de la que a veces nos apropiamos.

El objetivo es poder escribir nuestro curriculum incluyendo los fracasos y sentir profundamente que aporta valor al resultado final. Esto nos llevará a hablar de la resiliencia y de cómo educar personas resilientes (término tomado de las ciencias naturales para definir la propiedad de los cuerpos para responder a los choques, aplicado por las ciencias sociales como símil). Es decir, personas capaces de superar la adversidad con la opción de reaccionar positivamente a pesar de las dificultades y de construir basándose en las fuerzas propias del ser humano.

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